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18 junio 2011

¿A usted le parece correcto o le alivia que los presos sean masacrados o que se maten entre ellos?


 Jose Roberto Duque
En El Rodeo hubo una batalla, un enfrentamiento entre bandas armadas (muy bien armadas), con resultado de más de 20 muertos y decenas de heridos. No hay cifras exactas, ni hace falta porque la gente no es puro número y estadística.
La guerra iba a continuar, porque dentro de la cárcel hay guerreros, municiones y artefactos suficientes para prolongar la situación por varios días.

La Guardia Nacional intervino por orden del Ministerio de Interior y Justicia, y en esa intervención ha habido nuevos muertos y heridos.

Los familiares de los presos, angustiados y enardecidos ante el despliegue militar en las afueras de la prisión, porque supusieron o suponen o quieren creer que la Guardia no está ahí para aplacar a los amotinados sino para matarlos a todos, se enfrentaron a la GNB y ésta los espantó con gases lacrimógenos.

Quienes, a la hora de escribir estas reflexiones, estaban resistiendo y enfrentando a la GNB en El Rodeo eran los pranes del lugar. No era el recluso pobre y raso, sino el poderoso. En El Rodeo hay dos tipos de protesta a esta hora: están los familiares de presos comunes sin cartel clamando por sus derechos, y los pranes y su gente clamando por la continuación de sus privilegios.

Repito: crea lo que quiera, échele la culpa a la GNB, a los reclusos, al sistema de "justicia" o a Globovisión, pero no pierda de vista que eso de arriba fue lo que ocurrió. Y no pierda de vista que, sea de quien sea el disparo que suene dentro del penal, el antichavismo dirá que son las armas de Chávez asesinando en masa a los reclusos.

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No es nuevo el problema ni el personaje llamado pran. Entre los casos más o menos antiguos que recuerdo y que abordé personalmente:

Muy grande y muy pesado (Tocorón, 1998)
Todas las muertes del capo (cárcel de San Sebastián, 1999)

Un pran es un sujeto que asume para sí las funciones y privilegios de jefe de un pequeño Estado, con ramificaciones en el Estado real (el institucional y el activo en la calle). Capitalista como todo el mundo y con una enorme habilidad para sacar provecho de las aptitudes más señoriales y tiránicas, capaz de enfrentar y liquidar al entorno más hostil, el pran llega a convertirse en dueño, patrón esclavista, cobrador de impuestos a la vida: es el empresario exitoso de la cárcel, su figura es copia y extensión del engreído que también se enriquece afuera, porque nunca se dejó capturar en jhugadas feas o porque esas jugadas feas están permitidas y legalizadas para ciertos sectores sociales.
En una cárcel el que no tiene para pagarle vacuna al pran se va a pudrir en las celdas donde el lumpen mata y muere, viola o se deja violar; donde el chigüire y la bruja no sobreviven y si lo logran es aceptando rebajarse a condiciones infrahumanas de indignidad. Así que cuando caigas en la cárcel lo mejor es que vayas a negociar con el pran las concesiones que harás para salir de ahí con vida. O con algo que merezca llamarse vida.

El pran es un personaje público y notorio. Una indagación mínima basta para saber quién o quiénes son los pranes de cada cárcel, de cada "tren". Ellos no andan escondiéndose ni lo necesitan. Suponiendo que las altas autoridades policiales y de justicia no supieran quiénes son o qué hacen, ¿qué les van a hacer si los descubren? ¿Los van a meter presos?

Chávez mismo mencionó en un Aló Presidente al inefable Wilmito, mandamás de la cárcel de Vista Hermosa. Palabras más, palabras menos, reveló el presidente un chisme que le había llegado y que es desayuno habitual donde usted se pare en el estado Bolívar: que el Wilmito mandaba en el estado más que el Gobernador. Su palabra vaya adelante.

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¿El Gobierno le ha declarado la guerra a las mafias carcelarias? No sabemos porque no lo ha anunciado. Si ese fuera el caso, ¿qué cárcel sigue en la lista de "intervenidas"? ¿O será que sólo serán intervenidas aquellas donde haya masacres previas?

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¿Cárceles para ricos o para cobardes con plata? Que yo recuerde hubo una, sí, la cárcel de El Junquito. Allí estuvo guardado unos meses, con su computadora y otras comodidades, el espanto ese llamado William Ojeda. ¿Por qué en el tiempo revolucionario no hay más cárceles para ricos? ¿No sería fino inventar un día que hubo un motín ahí adentro a ver si la Guardia se mete a masacrar hampones chiquiluquis?

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Sin querer sacarle al cuerpo al tema del momento, quería referirme a la enorme ayuda que ha significado para los pranes y mafias carcelarias el acceso a la tecnología (o el acceso de perolitos tecnológicos a las prisionjes). Ya es viejo y manido el cuento de que muchos secuestros y robos los organizan y controlan reclusos desde las cárceles. Que un sujeto con poder y conexiones esté preso ya no significa que sus rivales o víctimas estén a salvo. Si usted se mete con quien no debió meterse (ese tipo que paga condena en un penal de máxima seguridad) da lo mismo si está dentro de su misma celda o en Europa, ya que siempre usted estará al alcance de una llamada telefónica. Las balas ya no viajan en línea recta sino a través de sistemas celulares.
Movistar: con quien quieras, como quieras.
Ya antes nos ocupamos de un asunto periférico pero revelador:

Periodismo penitenciario

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Es mentira que había una vez una cárcel llamada El Rodeo donde todo era paz y armonía, y entonces llegó la Guardia Nacional y ametralló y sigue ametrallando a los pobres presos que no se han metido con nadie.
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Es mentira también que existe una confabulación entre los presos y el poder económico para desestabilizar al Gobierno de Chávez y por lo tanto hay que darles una medalla a los chicos buenos de la Guardia Nacional por haber ido a aplacar a ese antro cuya inmoralidad espanta a la pulcra, santa y excelsa GN. ¡Uy!
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No sera pendejo, cabrón, acomodaticio ni cobarde. Aventúrese a explorar el problema carcelario en toda su complejidad, o terminará cayendo en alguna de estas dos situaciones vergonzosas: llorando a moco suelto, conmovido con el teatro montado en Globovisión por la prostituta barata esa llamada María Corina Machado, Ismael García y Julio Borges, o asistiendo a esa movilización ridícula de apoyo a la Guardia Nacional (ah, pero eso sí: BO LI VA RIA NA), como si no fueran elementos de este cuerpo, en este tiempo y en muchos anteriores, los responsables de fomentar y permitir el acceso de armas, droga y tecnología a cada búnker particular en cada cárcel, a manos de cada pran.
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A la clase media, a los ricos y a sus sirvientes más arrastrados (periodistas al servicio de las corporaciones privadas y estatales de la información) no les importa, no les conmueve, no les sensibiliza ni les quita el sueño una matanza en una cárcel. Lo mismo debe decirse de los políticos profesionales, de izquierda y de derecha. Lea:

Los presos políticos del capitalismo silencian a la izquierda indignada

También están las ONG que reciben plata cada vez que hay violencia y muertos (y por lo tanto viven del derramamiento de sangre y la putrefacción del sistema). No es una metáfora: hay una verga llamada Observatorio Venezolano de Prisiones, cuyo dueño es un tal Humberto Prado, que cobra en dólares el morboso "oficio" de contar muertos en las cárceles. En general, ellos son los propagadores de los retorcidos deseos de todo aquel que piensa que la sociedad es chévere y que sólo hace falta quitar del medio a los delincuentes pobres para que sea perfecta. Ah, pero ni te metas con los banqueros, empresarios, mercaderes y demás parásitos del sistema: delincuente pobre a la cárcel o al cementerio; delincuente rico, a las revistas Forbes, Exceso, Gerente y Producto, y a las páginas de sociales de El Universal.
Todo el despliegue que usted verá en estos días alrededor del drama carcelario tendrá por objetivo tratar de convencerlo de que el Gobierno lo está haciendo muy mal o que lo está haciendo muy bien. Usted no verá nunca declaraciones sinceras de solidaridad hacia los presos, como no provengan de familiares y grupos que no se organizan para obtener dividendos políticos sino para acompañar a los dolientes en su rabia y desesperación.

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Resumen: las cárceles están llenas de armas, de drogas y de gente poderosa que mata, esclaviza y organiza la delincuencia dentro y fuera de las cárceles, y esto es responsabilidad directa de un sistema que no logró depurarse, ni lo logrará en el poco tiempo que le queda al experimento llamado "Gobierno Bolivariano".

Y mucho menos lo logrará en el que venga después. En esta carrera inútil contra la putrefacción social inherente a la última fase del capitalismo, el chavismo en funciones de Gobierno tiene la ligerísima ventaja, con respecto a las facciones del poder económico, de que al menos sabe cuál es el origen de las tragedias y corruptelas. Al menos de la boca para afuera uno oye decir a los altos y medios dirigentes y funcionarios del chavismo oficial, y también a la militancia de base, al chavista raso, que el problema carcelario (y otros más) es estructural y pertenece al capitalismo. Eso revela al menos una intención de enfrentar el problema desde su estructura, aunque a la hora de la chiquita la declaración no pase de ser especulación filosófica pura: pienso en socialismo pero actúo en capitalismo.

El antichavismo en pleno, en cambio, cree y sostiene que todo es un problema de gestión o gerencia, que el capitalsmo es chévere pero que aquí no funciona bien porque está en manos de los comunistas de mierda. Creen los pobres que se puede tener cárceles lindas y buenas, bien administradas, en un sistema consistente en que todo lo que haya que arrasar, para yo meterme unos reales, debe ser arrasado.

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Post data. ¿A usted le parece correcto o le alivia que los presos sean masacrados o que se maten entre ellos? Piénselo bien: un preso es un ser humano como usted, que comete errores como usted, tiene debilidades e impulsos antisociales como usted (¿o a usted no le han dado ganas de aplastarle la cabeza a alguien que lo hizo arrechar? ¿Usted no ha soñado con la riqueza fácil o con poseer sexualmente a esa o ese menor?), con la diferencia de que el hoy recluso sí hizo lo que usted nunca hará... probablemente. Él sí mató a alguien y es un asesino consumado; usted sueña con la posibilidad de matar, robar o violar, y se pasa la vida reprimiendo esas ganas. Así que siga reprimiéndose, y de vez en cuando recuerde qué es un preso: un tipo o tipa como usted que un día se hartó de tanta inhibición social y hoy está encerrado.

Si un día usted supera también esa inhibición y no tiene cualidades de líder o mafioso, ubique en la cárcel al pran y negocie las condiciones de su existencia en el penal. Porque ni su abogado, ni la Guardia Nacional, ni el director del penal, ni la justicia ordinaria le resolverán nada: en la cárcel el Estado que usted conoce aquí afuera no existe. Existe otro Estado, parece que funciona y por lo tanto hay que pagarle bien caro.

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